jueves, 10 de julio de 2008

Amor Libre

Esta noche he tenido un sueño. He soñado con dos mariposas que vivían en cautividad. Dentro de una jaula de cristal. Eran muchas. Todas seguían un orden establecido. Yo las observaba desde el sofá. Fumando un canuto. Cortinas sedosas de humo transparente las envolvían. De pronto entendía su lenguaje. Me miré en el espejo... y no me reconocí. Me había convertido en una mariposa más. Volaba. Sentía que flotaba Sentí cortar el aire con mis alas. Una oleada de placer me invadió. Miré arriba. Podía recorrer todo el mundo volando. De pronto... un pellizco muy fuerte en mi ala izquierda. Me di la vuelta y era un hombre que me había cazado al vuelo. Me metió dentro de la jaula. Con las otras. Me sentí observada. Pero ninguna me dijo nada. Yo las saludé. Entonces volvieron a su ritmo monótono, volando sin dirección, topando con los cristales. Me sentí encerrada. Estaba dentro de una prisión.

A los pocos días de estar allí, segundos de una vida humana, había conocido dos mariposas macho, negras con manchas rojas. Deducí que eran pareja
Cuando alguna mariposa las miraba empezaban a moverse, danzaban, luego supe que así es como cortejan las mariposas. Me invitaron a sus fiestas, a sus casas o mejor dicho a sus capullos. Yo que siempre había creído que dormían pegadas a las paredes, con las alas cerradas... me introduje en sus vidas y en las de los suyos. Me acogieron. Me sentía bien. Pero cautiva.

Un día me crucé con una mariposa muy grande, muy fea, de esas que solo salen por la noche, que parece que estén llenas de polvo. Empezó a gritarme. Sabía mi nombre. Me paré. Me di la vuelta. Era tres veces yo. Sentí miedo. Se presentó y me explicó que era un revolucionario. Luego pude comprobar que era cierto. Luchaba sin cesar por la igualdad. Gritaba a los tres vientos “Amor libre”. Se me hizo muy extraño. Decía muchas cosas. Un día me dijo que estábamos encerrados para siempre, pero solo nos sentiríamos encerrados si nosotros lo permitíamos; me dijo que no hay nada más triste que esconderse de uno mismo; que ya que ninguno de nosotros había escogido estar allí dentro, ya que teníamos que soportarnos, ya que nuestro papel era solo representar un show, un espectáculo sucedáneo de la verdadera naturaleza, que no tenía sentido seguir mintiendo, viviendo entre mentiras; que si el único motivo que diferenciaba a las parejas alternativas de las de macho y hembra era la reproducción qué coño importaba eso ya, las parejas no-alternativas tenían sus trucos para burlar a la madre naturaleza. Entonces comprendí que estaba en lo cierto. Aunque lo de que las pariposas también utilizaran la marcha atrás me dejó un poco fuera de juego.

Le presenté a mis colegas. Todos eran distintos. Había parejas hechas de macho y macho. De hembra y hembra. De hembra no nacida hembra con macho no nacido macho. De los mismos colores. De distintas especies. De diferentes edades. Solteros. Casadas sin amor. Amantes suicidas. Lolitas quinceañeras... la lista era interminable. La mariposa polvorienta les habló claro. Les dijo que entre todos podíamos cambiar el mundo. Podíamos salir a la calle y luchar. Seguir adelante. Plantar cara a los que nos reten. A los que se ríen. A los que no entienden, explicar. No escondernos. Vivir el amor libre. Entonces me dijo que les explicara el funcionamiento de la jaula, pues yo había sido humana y sabía como se habría y como se cerraba. Les dije que estábamos cerradas, pero no encerradas. Solo teníamos que empujar la tapa y podríamos salir. Uno saltó y dijo que nosotros no teníamos fuerza física para hacerlo. Yo le respondí que una sola no, pero miles y miles si. Nos pusimos todas aglutinadas. Apretadas. Empujamos. Empujamos. Y empujamos... un soplo de aire fresco nos dio en la cara... sentí el frescor, su aroma... llené mis pequeños pulmones y continué empujando.

De pronto note como me convertía de nuevo. Volví a ser humana. Un montón de mariposas me rodearon. Las entendía. Me dijeron que se iban a realizar su sueño. Cuando las vi alejarse y grité “Amor libre” se detuvieron todas a la vez y se volvieron hacia mi. Deseé ser una mariposa de nuevo... pero llegó la vigilia y con ella el despertador. Un sueño mágico. Lleno de fuerza y esperanza. Era una señal de que el mundo algún día cambiaría. Una utopía quizás... pero yo lo vi en mis sueños. Y creo en mis sueños.

2 comentarios:

FOTOLATERAS dijo...

gracias, pitufa por tu comentario, ha hecho que entremos en tu blog y que leamos tus escritos.
Nos gustaría que participases en "fotolata para la historia", una propuesta de relato corto a partir de una imagen nuestra para luego exponerla a la vez.
fotolateras.blogspot.com

Anna dijo...

Hola!
cuando tenga un ratito me miro de nuevo la foto y a ver que sale!
hasta pronto

Vive como si tuvieras que morir mañana, piensa como si nunca tuvieras que morir.
La gente suele preguntar, ¿por qué te dedicas a perder el tiempo? muy simple, no pierdo nada que no sea mío.