lunes, 7 de julio de 2008

La Gota

Érase una vez ...

Hace mucho, mucho, mucho tiempo... una gota de agua que soñaba con ser pintura. Las nubes se burlaban a su paso. El sol sintió tristeza y estuvo unos días sin aparecer. Los Dioses le prohibieron iluminarla con sus rayos, porque podría surgir un arco iris y la pobre gota sabría, durante unos instantes, que es ser de color.

Muchos se preguntaban porqué una gota, fresca y joven, con tanto que ofrecer al mundo y a la vida, quería ser pintura. Ella ansiaba hacer realidad su sueño. Quería dar color al mundo. Dar luz. Ser fruto de una pincelada de amor. Un arrebato de pasión bohemia y estridente. Sentir el calor del papel o la tela. Pero a la vez un dolor profundo se apoderaba de ella al desear dejar de ser ella misma. Un dolor en lo profundo de ella. Se quedaba casi seca. La humedad la abandonaba. El miedo a desaparecer la atormentaba. Pero tenía un sueño. Un sueño imposible.

Una mañana de primavera, cuando los pájaros silban y la brisa aún es fresca, un joven pintor se aposentó en medio de una valle. Entre insectos, garrapatas y pulgas. En medio del verde más verde. Las mariposas celebraban el festejo. Las abejas devoraban el polen de las lilas. Esencias y perfumes. El corazón de la primavera.

El joven artista estaba deseoso de empezar una nueva obra. Se sentía ahogado en la ciudad. Salió esa mañana en busca de evasión e inspiración. En busca de la libertad. Donde todos los sentidos se vuelven locos de tantos perfumes y esencias. En busca de un lugar perfecto. Un lugar donde poder sentir. Y allí en medio del valle decidió quedarse. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Ese era el lugar.

Llevaba ya varios minutos de espera. Sentado. Pincel en mano. Mirando fijamente al cielo. Decidió que si la inspiración no venía... el la encontraría. Hundió su pincel en la pintura. Violeta. Espesa y brillante. Y dio un brochazo gordo y largo. Lo mismo hizo con el verde, el amarillo, el azul, el rojo... innumerables colores se mezclaron. Él, insatisfecho, miró al cielo como esperando la salvación. Una respuesta a sus plegarias.

El sol decidió hacer algo. Habló con las nubes y planearon una dulce lluvia de primavera. Con sol. Un Trueno sonó. Un relámpago cruzó el cielo. Y... los dioses ordenaron que la primera gota en caer fuera ella. Saltó desde lo alto. Con sentimiento extraño. Las dudas la asaltaron. El corazón extasiado. La alegría de conseguir un sueño. Cayó en medio de la pintura. A su paso dejó un riachuelo de colores. Sintió como se mezclaba entre los colores sin dejar de ser agua. Era agua y pintura a la vez. Después de ella vinieron muchas, pero ninguna sintió lo mismo.

El joven pintor miró su obra. Atónito. Enloquecido saltó del taburete y empezó a chillar de alegría. Como un poseso. Gritando al cielo. Dando las gracias por semejante obra de arte.
Era la mejor pintura del mundo. Nunca en la vida se había visto algo igual. Ese cuadro fue la obra estrella de toda una colección llamada “Lluvia de colores”. El autor nunca lo vendió. Lo expuso en un museo para que todo el mundo pudiese apreciar la locura de la primavera. En su lecho de muerte escribió “en esta vida hay que ir en busca de los sueños, porque no vienen solos. Pero al final ellos nos sorprenden. Aparecen de la forma más inesperada y nos envuelven con su magia”

2 comentarios:

Rosersl dijo...

Gran metàfora de la vida! M'ha agradat lo final elegíac de l'home "moribundo" filosofant... ;-) Però ja saps que sempre m'agraden los teus contes! A vore si fem propaganda del blog i pronte lo teu raconet de relats se fa famós al món blocaire. Un beset pitufa!

Anna dijo...

Hola guapissima!!!
m'alegro que et continuin agradant els meus contes, tot i ser un xisc estranys... en sóc conscient!
bessitos pituferos

Vive como si tuvieras que morir mañana, piensa como si nunca tuvieras que morir.
La gente suele preguntar, ¿por qué te dedicas a perder el tiempo? muy simple, no pierdo nada que no sea mío.